Conversaciones en torno al proceso.
“Re-Corte” Catálogo, Galería Animal, diciembre 2008.
Conversaciones entre Patricia Claro y M. Olga Giménez
¿Por qué escogiste el agua como tema central de tu trabajo?
El agua es fuente infinita de imágenes, un escenario en movimiento que segundo a
segundo las refleja en su superficie, como un espejo. Además, las características de su materialidad me permiten abstraer, jugar y cambiar sus normas, dándome la libertad pictórica necesaria para poder conseguir mi objetivo estético. Fijo la mirada en agua con un entorno cercano que la llene de color, agua transparente, con capacidad de espejar y reflectar. Sólo aquélla me permite trabajar la dualidad entre luz y sombra, logrando la unidad de la imagen que representa el paisaje.
De alguna manera, el agua es el elemento de la naturaleza que te permite ir más allá de sí mismo, trascendiéndolo.
¿Qué cualidad del agua hace posible esta dinámica?
En la forma, en lo externo, el agua no está determinada. Es una ausencia que toma
presencia a través del entorno. Necesita de algo ajeno a ella para manifestarse pues no tiene color ni forma específica. Al rescatar la imagen que me entrega y llevarla al taller, también traigo conmigo una ausencia. Ya no está el agua. Hay colores y la idea de una imagen, que terminará siendo agua nuevamente pero en la forma de una ilusión.
El agua proyecta todo lo que la rodea, reuniendo en sí varios planos del entorno.
Es un medio de traspaso: me entrega una imagen para procesar, transfiriendo el paisaje para que pueda ser contemplado en su totalidad. Este modo de mirar el paisaje “a través de” es semejante a nuestra mirada actual, del siglo XXI, hacia del mundo: un acercamiento virtual a través de los medios.
El agua, transformada en un espejo natural, nos entrega la primera imagen mediatizada del entorno, como si su mirada se insertara naturalmente en la modernidad. La imagen ya está en una pantalla al reflejarse en el agua y la captura fotográfica es una remediatización de esa imagen.
¿Sería posible obtener esa colección de instantes o recortes a partir de otra fuente?
Creo que no, porque la visualidad que imprimo a través de la pintura sólo la encuentro en una superficie en movimiento o territorio líquido. El movimiento es lo que permite la dualidad que plasmo en mi obra: ver a través de las sombras del entorno los colores que revelan lo que hay al fondo, y el reflejo del exterior reflectado en la superficie por la luz.
La movilidad arma las ondas acuáticas, permitiendo el contraste de máscara-fondo y luzsombra, fundamentales en la construcción de la ilusión del cuadro.
Si el agua está demasiado quieta, puedo perturbarla con una piedra, una gota o el remo del bote. Necesito el movimiento para que la superficie del agua produzca un efecto mosaico y al levantarse capte otra luminosidad.
Dices que la dualidad, la coexistencia de opuestos, es uno de los rasgos definitorios del agua que pintas.
¿Cómo logras trasladar esa doble realidad a un único plano?
La reconstitución del todo a partir de lo dual se logra descomponiendo la imagen,
haciendo literalmente dos cuadros. Primero me dedico al fondo, que construyo en base a capas que anulan la textura de la tela: con un grosor liso de materia pictórica se va incluyendo la imagen refractada del agua en la materia, en la pasta. El segundo cuadro es la imagen reflejada. El movimiento y la luz son quienes lo dibujan, posado sobre la sombra o el fondo. Esa luz fuerte, producida por el cambio de inclinación y por el movimiento, está pintada enmascarando el fondo que existe físicamente debajo de ese reflejo pintado.
Así, bajo la luz reflejada existe un fondo de agua que es un fondo de cuadro.
La técnica que usas te permite representar tres planos presentes en el agua: el agua misma o su cuerpo, el paisaje exterior y el fondo. Reconstruyes la tridimensionalidad del agua que el ojo humano no percibe simultáneamente.
Ese es el punto central de mi trabajo: la continuidad después del registro. Para lograrlo es fundamental el uso de los medios, digitales y virtuales. La cámara me permite registrar más información de la que el ojo puede retener. Las fotografías que capturan la secuencia de la onda contienen múltiple información para procesar. El registro instantáneo me permite identificar y separar los distintos elementos que están presentes en ese instante detenido.
Usando la manualidad desde la tecnología, puedo deconstruir la imagen y después
reconstituirla.
Otra característica de tus cuadros es la diferencia entre la mirada cercana y lejana. Eso se da por el manejo técnico, que funciona como trampa: de lejos se aproxima a un fotorealismo, donde el cuadro se reconoce como foto, pero al acercarte notas que hay un tratamiento geométrico, una superficie de brillos y opacidades; una apariencia casi abstracta. Entra a jugar la coexistencia de la realidad y la abstracción. Del manejo de ese límite dependerá la presencia o desaparición del concepto de agua.
Mantenerse en el límite debe significar un riesgo, un vértigo.
Tratar de rescatar un detalle ya es riesgoso, pues las ondas pueden ser muy abstractas y hay peligro de perderse. Quedo ligada al color para dar el dato de realidad e intento producir una escala 1 a 1 con el lugar: esto contribuye al diálogo final de la obra con el espectador. Ambas miradas, cercana y lejana, están escaladas proporcionalmente al ojo humano.
¿Es la mirada y sus posibilidades lo que define tu propuesta?
La mirada del detalle es central en mi trabajo, detalle que se muestra como un total y origina el concepto de sinécdoque pictórica. Tomo el agua como paisaje y a través de este elemento nombro el entorno. El tratamiento del fondo y la máscara hacen que ese detalle sea una totalidad.
Además, existe una mirada vertical hacia el escenario horizontal que representa el agua, quien me obliga a cambiar mi punto de vista para poder llegar a sus profundidades. Esta mirada nueva complementa la idea de sinécdoque, al permitir la integración del paisaje y los distintos elementos que lo conforman.
Mencionaste que el agua y sus características te dan la libertad formal que necesitas para pintar. Esta idea de libertad en la forma resuena con la definición de belleza de Schiller: “Es bello lo que tiene libertad en apariencia”.
La libertad del movimiento y las formas que se producen en el agua son el motivo
creativo que permite las libertades técnicas; pero detrás de esta libertad está lo esencial, donde los opuestos se sostienen en un equilibrio permanente.
Esta libertad pictórica sugiere una idea de belleza relacionada con la trascendencia de la dualidad presente en el agua.
El agua es una totalidad, pues une opuestos que se manifiestan en distintos planos. La armonía y la belleza se crean por la fusión de la oscuridad de las profundidades con el brillo de la luz en la superficie. También por la coincidencia de la forma con el fondo, que da la integridad al paisaje.
Para los paisajistas orientales, la pintura permite mirar hacia la propia interioridad, sugiriendo que la representación del paisaje tiene directa relación con lo que somos. De este modo, el todo representado a partir de la dualidad presente en el agua es reflejo de la naturaleza humana, también dual e integrada a la vez. La diferencia con lo oriental estaría en la elección del detalle que obliga a abstraer y llegar a lo esencial, que luego se amplía como un total, dejando de ser la descripción de un lugar específico.
¿Te sitúas en la corriente de tradición de paisajistas?
El agua es un elemento del paisaje, por lo tanto, soy paisajista. Sin embargo, hago una reinterpretación del paisaje desde un nuevo enfoque, mirando desde el detalle hacia la totalidad. Además, trabajo la técnica en forma experimental.
¿Quiénes podrían ser referentes para ti?
Tengo referentes históricos, como Leonardo, a quien he leído mucho y siempre admirado por su técnica y capacidad de análisis. Su estudio del agua va más allá del color: interesado en las ondas, analizó su capacidad lumínica, la reflexión y refracción a través de ellas. Lo cito en mi obra a través del esfumado y las veladuras con que construyo imágenes en los fondos. También Monet, por el tratamiento de la sombra en el reflejo de paisaje en el agua.
Otros referentes están ligados a las interrogantes actuales del pintor: ¿cómo reinterpretar una imagen procesada por los medios para que cree una realidad personal desde la pintura?, ¿por qué pintar, si la fotografía registra la realidad con precisión insuperable? Vija Celmins desde sus detalles, Chuck Close desde los rostros y Gerhard Richter con sus libertades pictóricas han respondido a través de sus obras. En ellas revelan que su motivo central es la pintura y la manualidad, ya que a partir de ellas procesan su propia realidad.
Coincidimos en una sensibilidad de época, donde el ojo del pintor es puesto detrás de los medios.
Un artista contemporáneo ligado al paisaje es Olafur Eliasson, que con medios muy experimentales acerca al espectador a las sensaciones lumínicas y atmosféricas del exterior, trasladadas al interior de la sala de exposición; como traer el agua físicamente al museo. Yo lo hago como una ilusión, aunque fijamos la mirada en el mismo elemento.
1 Friedrich Schiller, Kallias o sobre la belleza. Editorial Tecnos. Madrid, 2000. P. 16.
¿Te consideras parte de la tendencia Land Art?
Históricamente, Land Art fue un momento importante dentro del paisajismo en el arte. Ellos salen de la galería y los talleres y van directamente a trabajar al lugar, con los elementos que están ahí, presentando su obra como registro de esta intervención.
Marcaron una tendencia y fueron un aporte para la escultura, la fotografía y las
instalaciones relacionadas con el paisaje. Yo no intervengo el agua como ellos intervienen la tierra, pero el hecho de ir al lugar, estudiarlo y recorrerlo durante días establece una relación entre lo mío y esta tendencia.
¿El video que acompaña la exposición es parte de tu experimentación en torno al agua y sus libertades?
En el video se investiga la capacidad especular del agua desde otro medio visual. Hice el ejercicio de ver qué pasa realmente al re-espejar el agua, al abatir las imágenes. Resalta el dualismo entre el movimiento de la parte superior de la corriente -la luz-, y la parte refractada de la sombra que queda fija, fundiéndose ambos en una sola imagen.
Tu obra es un recorte en el tiempo de la naturaleza…
Ese instante de registro frente a esta pantalla natural cobra un nuevo tiempo en el
proceso pictórico, siendo la estrategia de retorno que nos permite volver a contemplar la convención humana que codificamos como paisaje. Es mi propia forma de re-crear la naturaleza, a través de la fuente infinita de imagen y de vida que es el agua.
Referencias:
– Schiller, Friedrich. Kallias o sobre la belleza. Editorial Tecnos. Primera edición. Madrid,
2000. P. 16.
249 pp.