Sin Título, Matucana 100
Sin Título
Matucana 100
Por Camila Marambio
La visita de taller es una herramienta fundamental para la práctica curatorial, como lo es quizás la encuesta para un sicólogo: una suerte de trabajo en terreno. Las visitas que condujeron a esta muestra tuvieron como premisa un planteamiento sencillo: “volver a mirar pintura”. No para restituirla o revivirla – pues se sabe que este medio es irreductible y que su desarrollo ha sido de constante reinvención- sino como se vuelve a mirar aquello que no ha desaparecido pero que se ha vuelto desconocido, y al mismo tiempo, cómo se vuelve a posar la mirada –una y otra vez- sobre algo demasiado conocido, buscando apreciarlo como si fuera la primera vez.
Una primera lista de talleres a visitar, se elaboró a partir de la simple necesidad de instalar un punto desde el cual empezar a internarse en un vasto y pronto recorrido terreno: la Pintura Chilena Contemporánea. Esta lista –deliberadamente parcial- estuvo formada sin distinción por artistas de mayor o menor visibilidad, y se constituyó en una primera carta de navegación. Este índice se fue engrosando en la medida que iban sugiriendo, explícita o implícitamente, los artistas visitados. De este modo, se fue elaborando una red cuya orgánica correspondía únicamente a un devenir de visitas, una especie de mapa inter-subjetivo, en ningún caso acabado.
Es por esto, esta exhibición no se plantea como un catastro de pintura chilena contemporánea, sino como un alto en una investigación en curso. Es el reconocimiento de un territorio particular, y una bitácora que revela el recorrido que condujo a ese reconocimiento. Delata cómo se construye un recorrido y propone, a su vez, que un territorio no es otra cosa que un recorrido. De aquí que esta muestra no se piensa como una curatoría entendida como jerarquización, pues exime el juicio y el “corte editorial”, como parte constitutiva de sí. Pretende, más bien, ser un estudio abierto que ofrece sus resultados diversos, dispersos, irregulares, y propone analizarlos y construir narrativas a partir de ellos por medio de un período de exhibición. Esto, pues parece tanto menos interesante y tanto menos urgente poner de relieve el juicio o gusto del curador cuando se considera el potencial analítico que se aloja en la posibilidad de que cada espectador, y diversos especialistas, generen lecturas comparadas y conversadas a partir de la totalidad del material recopilado hasta la fecha. Sin Título se ofrece precisamente como el tiempo y el espacio para que esto tenga lugar.
El encuentro con la pintura en los talleres determinó la práctica de mirar de una forma particular. El espacio del taller parecía demandar especial atención a la materialidad de las obras. No es lo mismo ver una pintura en el contexto de sus materiales o residuos de éstos, que verla colgada sobre un muro blanco. En el contexto del taller, la transformación de ciertos materiales en imagen se hace evidente y la pregunta por el cómo se vuelve ineludible. Cada pintor se posiciona diariamente, cotidianamente, ante el asunto de la transferencia de la imagen. Dicho posicionamiento ocurre como una sucesión de decisiones técnicas y de procedimientos, que en momento de la construcción de las imágenes, contienen una dimensión política –tanto como la contienen las lecturas a nivel del contenido- pues el ¿Cómo hacer ver?, y por consiguiente: ¿Quién es el que ve?
La exhibición invita a practicar una mirada que reconstruye esa cadena de decisiones, y descubre ahí un gesto político. A recorrer la superficie de las obras poniendo atención a sus medidas de construcción, , y a re-conocer los significados a partir de su origen material. Sin Título invita a cada uno a ejercer su juicio, a crear su propio recorrido del archivo de pinturas recopiladas libre –o preso- de prejuicios, de conocimientos profundos –o superficiales- del sistema que soporta y condiciona las obras; de las estructuras de valor con las que ponderan las pinturas, y de otros constructos, como la propia noción de arte, pintura o belleza.
Dado lo anterior, las obras están dispuestas en la Galería de una manera que pone énfasis en las técnicas, los procedimientos y las decisiones materiales que tuvieron lugar en su factura. Atendiendo a la materialidad de las obras, su ubicación en el espacio no está dada por lo que tienen de invisible: sus contenidos (significados), sino por lo que en ellas es visible: su superficie.