Patricia Claro: “Le robo al Río Bueno ocho segundos de tiempo”
La artista se traslada hasta Río Bueno para iniciar su obra. Tiene ahí un espacio acotado, entre dos rápidos. “Mi recorrido me toma el tiempo que el río necesita. Debo internarme en el ciclo de la naturaleza, si no quedo fuera”, afirma. Su última y rigurosa pintura -que tiene también mucho de técnica y de teoría- se inaugura el martes.
Por CECILIA VALDÉS URRUTIA
Esas pacíficas y estéticas aguas que pinta Patricia Claro transmiten una especial quietud. Sin embargo, tienen poco de simple. Más bien nada. La artista recurre hasta a un doctor en física, Diego Maltrana, para trabajar fórmulas y dibujos matemáticos que sustentan su obra y técnica. Y se acompaña de una licenciada en arte, Olga Giménez, para su base teórica; junto a una inmersión en decenas de libros. Hoy la cautiva la estética taoísta. “El concepto de vacío me arma mi proyecto. El taoísmo entiende el agua como el gran vacío”, señala refiriéndose al trabajo en su taller .
Porque su labor en terreno es tanto o más intensa. Viaja hasta su “escenario” en Río Bueno, muy cerca de su nacimiento -siempre el mismo, hace siete años- y acampa o aloja en una pequeña cabaña. Permanece días y horas, sin parar, observando y capturando en imágenes digitales el curso del río y su entorno. “Mi recorrido me toma el tiempo que el río necesita. Es agotador. Me interno en él, porque tengo que ser también un poco agua para poder percibir la imagen, su ritmo, sus luces; si no me adapto a ese ciclo y a sus tiempos, quedo fuera”, aclara.
Su trabajo de un año lo acaba de traducir en ocho pinturas de gran formato y en un videoarte sobre su trozo de río. “Me ha significado una entrega minuto a minuto” -cuenta-, y basta verla en su enorme taller rodeada con maquetas, puzzles sobre planos del lugar, dibujos, pinturas, fórmulas físicas, etc. Sus nuevas obras -que sobrepasan el antiguo realismo a secas- se inauguran el próximo martes, en galería Animal, en lo que será la última exposición antes del cierre de este espacio.
Patricia Claro (licenciada en artes visuales y en diseño en la PUC) ya ha sido visitaba por coleccionistas, interesados en sus nuevas pinturas. Otras obras tendrá que reservarlas para la exposición a la que ha sido invitada por la curadora Selene Wendt, al Museo de Arte Contemporáneo de Oslo, en 2012. Asimismo, participó en la II Bienal del Fin del Mundo, seleccionada por el reconocido experto alemán y ex director de la Bienal de Sao Paulo, Alfons Hug; entre otros reconocimientos.
Su obsesión artística:
-¿Qué implica esta insistencia en el tema del agua?
“El estar apegada al tema del agua se transforma en un proceso con imágenes en permanente cambio. Porque todo parte por el proceso de cambio que me ofrece el río. Hay un modelo que se desvanece: imágenes que aparecen en cada fracción de segundo y me deforman el entorno, a la vez. Me ofrece imágenes para un estudio teórico y práctico”.
-¿Qué busca?
“Pintar un paisaje deformado, que es el agua, que no se puede pintar por sí misma. Es transparente, no tiene forma, pero adopta lo del entorno”.
-Su escenario, ¿hasta qué punto la determina?
“Ha sido siempre el mismo lugar, hasta con una misma rama, que he ido siguiendo su evolución y cambios. Tengo todo el espacio acotado y me conozco cada rincón. Este escenario, eso sí, debía cumplir con ciertas características: es agua dulce. Es más clara que el agua del mar y al ser tan cristalina no se modifican los colores reales de su alrededor. Tiene un entorno cerrado y un movimiento estable. El modelo lo alcanzo a capturar con la cámara, si no no podría pintarlo. Necesito disparar más de mil imágenes durante el recorrido. Es tan fugaz que no me gusta perder un instante”.
-El elemento tiempo es un punto central, ahora .
“Sí. Me concentré en el factor tiempo para estas obras. He sido testigo de los cambios del río de su caudal. El protagonista es el recorrido, seguirle el ritmo a la naturaleza. Le robo al río un instante, a la naturaleza y lo sigo trabajando en el taller. No hay obra sin río. Y mi inspiración reside en la paciencia de esperar el efecto lumínico”.
-¿Cómo parte su trabajo?
“Se inicia al tirar una piedra en el agua, hasta que se vuelve calmo. Manipulo y trabajo el tiempo equivalente a ocho segundos, pero llevo a la pintura la luminosidad de un día completo, desde una máxima luz a una luz de atardecer. La luz es la que me define y redefine la imagen. Dibujo el contorno que me pinta la luz. El contorno de agua que se distorsiona. Me interesa esa distorsión. La abstracción de esa distorsión, que igualmente está apegada al modelo fotográfico. Lo que trato de hacer es otra agua que viene de mi mente”.
“Dejé las imágenes perfectamente estéticas”
-¿Usted hace verdaderos montajes con minifotografías que ubica sobre un plano de su espacio en Río Bueno?
“Es un trabajo muy lento. Se encamina a ir logrando una técnica personal, que parte por la selección de las fotografías. Sólo 8. Que muestran una secuencia. Dejé de lado las imágenes que eran perfectamente estéticas para ser pintadas: no se enmarcaban en esta búsqueda del movimiento que tiene el agua”.
-¿Deconstruye la imagen?
“Trato de ser fiel al agua, pero separo la luz reflejada de la luz refractada… Y a través de una máscara voy pintando ambas. La paciencia en mi técnica se relaciona mucho con lo oriental, de ahí la referencia con los recortes de papel cincelados de los chinos. Porque armo un puzzle que representa cada uno de los fragmentos de imagen y luz, y con una pinza especial luego voy separando las imágenes que corresponden a las distintas luces; separo las luces y sombras. Pero al hacerlo pierdo la referencia del color. Ahí viene después la reconstrucción del color. Es decir, hago dos cuadros: las sombras y por otro las luces. La luz me dibuja”.
-El color que trabaja es muy acotado: azul, blanco, verde ¿Se restringe sólo a lo real?
“Mantengo los colores del entorno. Pero en bosque y el cielo me doy ciertas libertades. La etapa que viene tendrá una experimentación mayor con una pintura más monocroma, como esta que titulé “18.06.23”, que corresponde al momento exacto del día en que capturé la imagen”.
De Leonardo a Chuck Close:
-¿Qué artistas son sus referentes?
“Mi relación es con quienes trabajan técnicas propias. Me interesan Vija Celmins, Mark Tansey, Paul Noble, Chuck Close. Y por cierto Richter: él lo hace con una técnica muy minuciosa de manipulación del color, de la forma de hacer”.
-Y de la escena nacional , ¿quién destaca?
“El trabajo que hace Emma Malig es muy delicado y etéreo. Lo realiza con papel. Me interesa mucho la fuerza del color que tiene Pablo Chiuminatto. Es muy estudioso”.
-En su obsesión por el tema del agua, ¿reconoce alguien que le haya servido de fuente?
“Más que el tema del agua, hay paisajistas que me interesan. Monet con su observación del estanque. Los románticos como Friedrich. Pero fue Leonardo quien primero tuvo en Occidente una concepción más taoísta de la naturaleza”.
-Su estética más minimalista se relaciona con lo Oriental.
“Estoy haciendo una relectura de los paisajes chinos. Me interesa esa estética tan minimalista. Esos ideogramas los empiezo a ver en estos cuadros. Son paisajes más mentales. Y el concepto de vacío me arma mi trabajo: lo encontré en un texto taoísta. El agua como el gran vacío”.
– Pero en su paisaje tan mental, ¿dónde quedan los sentimientos, la pasión?
“Reconozco que soy muy mental. Y me interesa tanto el resultado final de la obra como el proceso. Pero tengo la sensibilidad para ver lo otro. Hay mucho estudio, porque me gusta hacerme cargo de todo el proyecto, pero no significa que no haya sentimiento. Mi trabajo se arma capturando lo azaroso de la naturaleza. Veo qué es lo potencialmente pintable: ahí entra el sentimiento. Me siento sensiblemente conectada al río. También a través del proceso de pintura por capas que hago. Muchas veces vuelvo atrás, repinto, borro. No lo tengo planificado. Es como un ritual de meditación. Tengo mucha comunicación con la materia. Pongo hasta 30 capas en una pintura”.
-¿Y el video, más abstracto, qué representa?
“Es la fuente de mis imágenes en movimiento real: mi escenario. En la edición realicé también un abatimiento de imágenes y lo exhibiré en el suelo en una caja de luz. Todo acompañado de una música con sonidos electrónicos, que mandé a hacer y que evocan el sonido del agua”.