El paisaje y los cambios de conducta frente la experiencia y la representación
Por Ignacio Villegas
Será obvio, pero no puedo dejar de mencionarlo de manera inicial: Las formas de apropiarnos de nuestro entorno y de entender dicha apropiación han cambiado radicalmente desde que Kant hacia fines de 17801, hablaba de la naturaleza como el entorno bello del cual el arte se hace cargo.
La belleza como finalidad formal –decía Kant- la podemos apreciar por los sentidos y constituye por lo mismo una forma válida, aunque subjetiva de conocer, más aún si sabemos que a este conocimiento accedemos con la facultad de juzgar por medio del placer, es decir lo que conocemos como “el gusto”. La validez del juicio que hacemos de nuestro entorno (naturaleza, le llamaba Kant), plasmado en conocimiento subjetivo, es entonces un principio con el cual ejecutamos obra. Tomamos del entorno y elaboramos una imagen en la medida que tenemos la capacidad de transformar la experiencia en representación; no hablo de figuración, sino solamente del acto de construir imágenes con la carga de experiencia que nos brinda nuestro entorno.
Si partí hablando de Kant y algunos contenidos de su Tercera Crítica, es por que la forma de tomar la realidad, el entorno o la naturaleza -a decir de Kant- ha sufrido un cambio perceptivo (fenomenológico) en la manera que tenemos de capturar nuestras experiencias visuales y afectivas. Este cambio ha llevado a radicales cuestionamientos sobre la validez de conceptos como lo bello, lo estético o acerca del valor mismo de una obra.
Si antes de la fotografía, la globalización de las comunicaciones y el “empequeñecimiento” del mundo por medio de múltiples viajes, solo podíamos tener la oportunidad de una, o muy pocas, experiencias directas con nuestro entorno, hoy en cambio, podemos acceder directa e indirectamente al recuerdo de esa experiencia varias veces. Múltiples veces. Los viajes y el registro óptico y digital de una escena lo permiten.
Esas son justamente las prácticas que hacen que las obras de Claro y Concha constituyan un referente a la hora de hablar de las formas de captura de nuestro entorno inmediato, en la era postmoderna. Pasaron los años en que todos pintores de paisaje fijaban el atril junto al río para pintar, como una de las pocas posibilidades de captura. Ahora percibimos, registramos e inventamos, casi como un procedimiento obvio y natural; algunos artistas incluso bajan sus referentes de Internet, ya que no requieren para su obra, de la experiencia inmediata del entono. En otras palabras, la capacidad de transformar la experiencia en representación, puede estar mediada por recursos más allá que la propia percepción (visual. en este caso).
Concha vivió en el sur de Chile (2003-2006) y tuvo más de dos años para capturar el paisaje como experiencia y trasladarlo a su obra. En su proceso, la fotografía fue solo el registro del momento que le permite recrear la experiencia. No obstante, la foto, en el proceso de construcción de obra de María José Concha no ingresa al taller, no es referente directo, ni recurso procedimental, solo está para recrear –insisto- la experiencia del sitio visitado, cuando la autora lo requiere. Tal como actúa la fotografía del álbum familiar.
El caso de Claro es distinto, la captura de una imagen en el momento de la experiencia con el paisaje, forma parte del procedimiento de construcción de la obra. Su registro no pretende recrear la experiencia, por el contrario, va más acá de la experiencia, es una captura de formas, colores y texturas que le permiten recrear la experiencia visual del paisaje visitado, mediante la confección de máscaras que permiten el estarcido y el empaste.
En ambos casos, no obstante, la experiencia y la construcción de obra son asuntos relevantes para comprender:
a) La manera en que dos artistas junto al mismo tema, asumen conductas productivas completamente diferentes.
b) Cómo dos artistas, bajo imágenes distintas asumen un mismo tema (el paisaje).
c) Cómo dos artistas, bajo procedimientos técnicos e instrumentales distintos, llegan a resultados que parten de asuntos similares (la captura del entorno).
Es este intercambio de similitudes y diferencias, lo que explica finalmente que es pertinente reflexionar, a propósito de esta exposición, sobre el cambio que han sufrido las formas de captura de nuestro entorno. Por lo mismo, han cambiado los conceptos de paisaje, naturaleza y realidad.
[1] Elementos contenidos en Crítica del Juicio o también conocida como Crítica del Discernimiento o Tercera Crítica, escrito en 1788 por I. Kant (1724-1804) y publicado hacia 1876.