El agua es una fuente infinita de imágenes; una etapa en movimiento constante que, segundo tras segundo, refleja imágenes en su superficie líquida como un espejo. En su forma externa, el agua no es definida. Es una ausencia que toma su presencia del entorno. Necesita algo fuera de si para manifestarse.

El agua nos proporciona la primera imagen “mediatizada” de su entorno, como si su mirada se insertara naturalmente en la modernidad. La imagen ya está en una pantalla, ya que se refleja en el agua. La captura pictórica es una “re-mediatización” de esta imagen.

“Luego de recuperar la imagen que el agua entrega y llevarla a mi estudio, también traigo conmigo una ausencia. El agua ya no está ahí. Hay colores y la idea de una imagen que finalmente terminará siendo agua nuevamente, pero en la forma de una ilusión. Mi camino en el lugar no es pictórico. Hago un desplazamiento del lugar hacia mi paisaje; hago un post-paisaje”.

La vista del detalle es central en el trabajo de Patricia Claro. Es un detalle que se muestra como un todo y forma la base del concepto sinécdoque pictórica. Ese instante grabado en esta pantalla natural reclama un nuevo tiempo en el proceso pictórico, siendo la estrategia de retorno lo que nos permite contemplar una vez más la convención humana que codificamos como paisaje.

La artista toma el agua como paisaje y a través de este elemento nombra el entorno. En el agua, Claro encuentra la dualidad de fondo y superficie, sombra y luz y el movimiento que dibuja la imagen. Este método de pintura tiene que ver con el mecanismo de agua.